Budapest

19 10 2010

Así que tras pasar tres días en Viena, volvimos a coger un autobús a las 7 de la mañana como buenos turistas salvajes. El destino era el mismo que el origen del viaje: Budapest, la capital de Hungría. Quiero mencionar los primero de todo a la compañía de autobuses. Se llama orange ways y realiza el trayecto entre las dos ciudades en menos de 3 horas – el mismo tiempo que en tren – en autobuses de lujo y … con azafata! Así que cada cierto tiempo se pasa la chica ofreciendote café (gratis!), te da unos cascos para escuchar la película, y te dan un mapa de Budapest para que según llegues lo des todo. Recomendadísima esta compañía!

Vista desde la Basílica de San Esteban

Total, que nada más llegar a la ciudad, cogimos el metro que es más viejo que la Polka – las chapas del fabricante están en ruso- pero que es súper eficiente, y nos fuimos directamente a nuestro apartamento. La primera impresión no fue la mejor, ya que el edificio era antiguo, y la cerradura de la puerta tenía una seguridad extrema, pero una vez dentro la cosa cambia. El apartamento estaba muy bien equipado, desde la cocina hasta el salón, y dentro había hasta un ordenador con internet! Incluso había toallas de sobra para ir a los SPAs de la ciudad! Así que tras pagar y coger las llaves, nos fuimos tan felices a hacer turismo.

La primera idea era tomárselo con calma, ya que tras habernos levantado a las 6 de la mañana, lo mejor sería ver un par de cosas, volver al apartamento para descansar, y luego salir a tomar algo. Pues no, no puede ser, somos turistas salvajes. Pillamos el mapa, empezamos a andar hasta llegar al Oktogon, y de ahí bajando toda la calle Andrassy llegamos hasta la Basílica de San Esteban, donde paramos a comer un pollo al paprika muy rico. Después de disfrutar de las vistas que hay desde la cúpula de la basílica continuamos con el paseo hasta llegar al Parlamento. Y claro, ya que estás allí hay que entrar. Lo malo de esto es que se habían agotado las entradas, así que nos conformamos con echar unas fotos por fuera y dejar la visita para otro día.

Panorámica de Budapest

Y ya que el Parlamento está a orillas del Danubio, continuas caminando por la orilla, viendo a una orilla y otra los distintos edificios y monumentos, y acabas en el puente encadenado, que tras cruzarlo echando fotos llegar al funicular que te sube al castillo. Y claro está, te subes y acabas en el castillo. Y el castillo está pegado a la iglesia de San Matías, y está junto al Bastión de los Pescadores. Y de tanto ver cosas nos dimos cuenta de que era un poco tarde y de que habíamos visto más cosas de las planeadas. Así que volvimos en metro a casa, pillamos un kebab y unas birras y nos lo comimos en el apartamento viendo la tele… y agotados, claro!

Con tres días por delante, y con un tercio de Budapest visto, decidimos tomarnos las cosas con más tranquilidad. Al día siguiente lo primero que hicimos fue ir al Parlamento a pillar la entrada. Llegamos a la visita de las 10 en inglés, y pillamos las entradas para ese turno, aunque la de la taquilla tras ver nuestros DNIs nos quería meter en el turno español a las 11:30. Hay que destacar un detalle que me gusta: visitar el Parlamento es gratis para los ciudadanos de la Unión Europea. Y por supuesto, también destacar que el Parlamento está chulísimo, de lo mejor de la ciudad! Luego continuamos visitando cosillas que nos habíamos dejado por el centro, comprando algún souvenir, hasta llegar al mercado central, donde nos comimos un pan frito con queso, tomate y champiñones con una birra, porque debíamos pillar fuerzas para subir la ciudadela hasta llegar a la Estatua de la Libertad! Tras perdernos por los caminos unas cuantas veces logramos llegar a la cima, donde paramos un buen rato disfrutando de las vistas para luego bajar un poco más deprisa camino del balneario Gellert.

Las Piscina de los baños Gellert

Hay que decir que Budapest es la ciudad de los balnearios. Aparte de los dos más importantes, que son el Gellert y el Széchenyi, hay muchos otros que dicen que son espectaculares, como los Kiraly. Lo malo es que no todos son mixtos, sino que dependiendo del día son de hombres o mujeres, y no era nuestra idea de separarnos así. Así que fuimos a los Gellert primero y al día siguiente a los Széchenyi. Los primeros nos gustaron porque eran como un poco más pijos, con sus piscinas rodeadas de columnas y estatuas. Los segundos, porque son más grandes y tienen más piscinas :-D. Si tuviese que aconsejar, diría que prefiero los «Chechéni» a los Gellert, pero si se puede ir a los dos mejor que mejor. Y después de este baño relajante nos fuimos camino a casa para arreglarnos y salir a cenar, que el día no daba mucho más de sí.

El último día completo lo empleamos en ir a los otros baños, llegando primero hasta el Oktogon y luego yendo a la derecha, recorriendo el tramo de la calle Andrassy que nos dejamos el primer día. Y tras gastar medio día en los baños nos fuimos a dar una vuelta relajada en el centro, para acabar tomando una cerveza en un sitio enfrente de la Sinagoga, donde no paraban de poner Ska-p. No sabeis lo popular que son estos al Norte de los Pirineos! Luego fuimos a casa a arreglarnos para salir a cenar. Decidimos callejear un poco en busca de un buen restaurante. Andando por ahí vimos a unas chicas que nos dieron un pan de nosequé y una tarjeta del restaurante. Fuimos, y la entrada parecía un poco pija, pero bueno, era el último día, así que entramos. Y sí, era un sitio muy cool, con decoración muy chula y música guay. Los camareros muy enrrollaos’, nos sirvieron unas cervezas y un plato para dos consistente en … atención… dos jamones de pato al horno, dos trozos de cerdo al horno con rebozado de miel y almendras, dos pechugas de pollo rellenas de queso bizarro… y todo ellos acompañado de arroz, patatas y verduras al horno… el precio… 12 euros por persona! Nos pusimos las botas por 4 pavos! Así que si vais a Budapest y buscais un buen restaurante, podeis buscar uno que se llama PortH. Luego queríamos ir a un bar que se llama Szimpla, pero con el atracón que llevabamos encima nos fuimos a casa.

La cena del PortH

El último día lo dedicamos a los souvenirs: postales, cajas secretas, imanes, monederos… todo hasta liquidar los florines. Siempre con la sospecha de que te timan con el cambio, pero no te queda otra! Y tras meternos una salchicha de 40 centimetros en el mercado central, nos fuimos al apartahotel a coger la maleta e ir al punto donde nos debería recoger el autobús…

Hasta aquí las vacaciones han sido perfectas, pero a partir de ese momento hubo dos cosas que se nos torcieron. La primera, en el sitio donde nos recogía el autobús. Entramos a una cafetería a tomar un capuccino, ya que teníamos dos horas por delante. Pero de repente apareció el Bus, y tras preguntarle si nos llevaba a la terminal y repondernos que sí, recogimos con toda la prisa, dejamos el equivalente a 5 euros en la barra y salimos. Cuando estábamos en el bus, vino la camarera a decirnos que le pagasemos. Y tras insistir en que habíamos pagado, y ante la insistencia del conductor diciendo que nos íbamos, volvimos a pagarla. Luego, tras pensarlo en frío, una chica rubia entró mientras recogíamos, habló con la camarera, y se fue. Así que entre la camarera y la rubia nos sisaron 5 pavos…

La segunda, fue al llegar al aeropuerto de Frankfurt-Hahn. Dejamos la luz de dentro del coche dada, y al volver el coche no tenía batería. Los mamones -quizá os cuente otro día por qué- de la agencia de alquiler de coches sólo me dieron la solución de llamar a los de ADAC, y ellos me recargarían la batería tras aflojarles 76 euracos!!! Ladrones!!! Pero bueno, teníamos prisa porque en Trier nos esperaban los siguientes visitantes: ni más ni menos que 10 compañeros de trabajo de Marijose!

Resumiendo, han sido unas vacaciones casi perfectas, relajadas, y necesarias. Que llevaba 5 meses aquí y lo más que había pillado eran dos días seguidos! Pero lo mejor de todo es que las vacaciones no acabaron aquí, sino que el fin de semana pasado cogí un par de días libres y me fui a Amsterdam con los 11 jinetes del Apocalipsis!! Otro día os lo cuento!!!!